Desde hace bastante tiempo que en internet está circulando este artículo escrito por Annie Choi y publicado en PIDGIN, revista de arquitectura de Princeton.
“Una vez, hace mucho tiempo en vuestro tiempo, yo tenía un amigo que estudiaba arquitectura para llegar a ser, presumiblemente, un arquitecto.
Este amigo me presentó a otros amigos, que también estudiaban arquitectura. Luego, estos amigos tenían otros amigos que eran arquitectos - arquitectos de verdad, haciendo arquitectura de verdad, como diseñando departamentos de lujo que se parecen mucho a “consoladores” de cristal. Y estos arquitectos de verdad conocían a otros arquitectos de verdad y ahora las únicas personas que conozco son arquitectos, y todos ellos diseñan “consoladores” de cristal en los cuales nunca trabajaré o viviré y que solo sirven para obtruir mi vista de New Jersey.

No me entiendan mal arquitectos, me gustan como persona. Creo que son simpáticos, huelen bien la mayoría del tiempo y me gustan sus lentes. Tienen el pelo loco y, si tienen suerte, la mayor parte está sobre su cabeza. Pero no me importa la arquitectura. Es verdad. Esto es lo que sí me importa:
- burritos
- hedgehogs (algun tipo de hotdog gringo)
- café

Como pueden ver, arquitectura no está en la lista. Yo creo que la arquitectura se ubica en alguna parte entre los hongos debajo de la uñas de los pies y una colonescopía invasiva de las cosas que me interesan.
Quisas si no hablaran tanto de arquitectura me interesaría más. Cuando ustedes apuntan a un cilindro de cristal y dicen orgullosamente, oye, mi oficina diseñó eso, yo me río y digo que se parece a una pipa de agua. Tú te das vuelta con repulsión y verguenza. Tu piensas, obviamente ella no entiende. ¿Qué sabe ella? Es solo una escritora, no un arquitecto. Ella respeta las vocales, no picos de cristal. Y luego dices ahora estoy diseñando un “lifestyle center”(centro de estilo de vida), y yo pregunto que es eso? y tú respondes, es un lugar que ofrece bienes y servicios y ventas al detalle y yo digo osea como un mall y tú dices no. Es un lifestyle center. Yo digo eso suena como un mall. Soy del Valley, (como decir que soy de La Dehesa o de Las Condes),imbécil. Yo conozco los malls.
Arquitectos, no les voy a mentir, me confunden. Trabajan sesenta, ochenta horas a la semana y siempre son pobres. ¿Porqué no me estan comprando un trago? ¿Dónde están sus riquezas? A lo mejor se las gastaron en merlot. A lo mejor se las gastaron en putas y merca. No puedo estar segura. Es un misterio. Se lo dejaré a los cientificos que lo averiguen.
A los arquitectos les encanta discutir cuanto no han dormido. Uno dirá que estuvo hasta las cinco de la mañana en el estudio solo para volver dos horas más tarde. Luego otro dirá, oh eso no es nada, yo no he dormido en una semana. Y luego otro dice, adivinen qué? Yo no he dormido nunca! Mis queridos arquitectos, la forma de medir cuánto han trabajado y cuaánto han logrado no está relacionado con el número de horas que no han dormido. ¿Han oído de Rem Koolhaas? Él es un famoso arquitecto. Yo sé esto porque ustedes me dicen que es un famoso arquitecto. Yo escucho que Rem está siempre durmiendo. Presumo que él esta durmiendo ahora. Y oigo que él sí finiquita las “weas” que hace. Y tambien oigo que en una movida asombrosa, está diseñando un edificio que no parece un consolador de cristal, sino una vagina de hormigón. Cuando duermes más, recibes vagina. Todos ustedes pueden aprender de Rem Koolhaas.
La vida es difícil para mi, por favor entiendan. Los arquitectos son una parte importante de mi existencia. Me llaman a las once de la noche y me dicen que acaban de salir de la oficina y si tengo hambre? Escuchen, es practicamente medianoche. Comí hace horas. Hace tantas horas que, de hecho, tengo hambre otra vez. Entonces sí, iré. Luego voy y ahí estará otro aquitecto hablando de un atajo en AutoCAD y algo sobre paneles eléctricos y que puedes creer que es todo lo que hice hoy dia, que lata. Yo miro alrededor de la mesa al pobre, cansado y hambriento, y pienso a mi mismo, solo me queda una bala en la pistola. A quien elijo.
Tengo un amigo que es doctor. Él me da drogas. Las disfruto. Tengo un amigo que es abogado. Él me ayuda a demandar a mi arrendador. Mis amigos arquitectos no me han dado nada. Ni drogas, ni algún consejo médico, y ellos sí saben deletrar “subpoena” (notificación). Un amigo arquitecto averiguó que mi departamento es de cientochentaisiete pie cuadrados. Eso fue simpático. Gracias por eso.
Supongo que uno podría preguntarse qué trae alguien como yo a arquitectos como ustedes? Yo traigo ánimo. Yo les grito a los arquitectos cuando empienzan a hablar de arquitectura. Yo los obligo a discutir temas bastante más interesantes, como huevos de pavo. ¿Porqué comemos huevos de gallina pero no de pavo? Son más grandes. Y a la gente realmente le gusta el pavo. ¿Ven? Yo no tengo miedo de hacer las preguntas difíciles.
Entonces, mis queridos arquitectos, yo seguiré por acá, por un tiempo corto. Espero que algún día se conviertan en doctores y abogados o puedan calcular mis impuestos y nos reiremos de los días que pasábamos la noche entera hablando de un tal europeo que nunca han conocido, diseñando un edificio que nunca verán porque están muy ocupados trabajando en algo que nunca se contruirá. Pero incluso si ese día nunca llega, llámenme igual, estoy libre.”
Sinceramente,
Annie Choi”